jueves, 25 de mayo de 2017

Extracto

(extracto de notas perdidas en el tiempo)
 
Lluvia de verano. Aunque no es verano. Y no se si alcanza para llamarla lluvia. Claro que aquí, al pie de las montañas el verano nunca es verano y mucho menos en estos días. Llueve de noche y el viento acaricia con sexo salvaje las chapas de zinc que aúllan grave en el silencio desestrellado.

Todo el mundo se queja y anda con un poco de mal humor, después, cuando es de día. Que se le va a hacer, yo no recuerdo tan otoñal un pleno enero, con tardecitas frescas con tanta queja y tan sin asaditos a la tarde ni matecito piola bajo la sombra de los guindos en el patio. El clima cambia año a año, la mayoría no tenemos consciencia porque el ejercicio de la memoria se remonta a unas horas o unos días atrás; pero a más a tardar el enero pasado no fue tan feo. Y el anterior a éste fue menos pior. Hubo días en que levantabas la vista y la punta de los cerros estaban blanquecinas, eso significa frío que baja y que se convierte irremediablemente en mal humor.

Y así andamos.



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