martes, 29 de septiembre de 2015

La realidad de cada uno....

Qué es necesariamente la verdad, o la realidad?. Observaba una de esas imágenes que suelen aparecer en alguna (cualquiera) red social, que vaya uno a saber por qué realmente las escriben, o desde dónde las escriben; como si fueran máximas que todo el mundo adopta y esparce desde el momento en que asiente cuando lee, y luego cuando lo comparte.


"Noche de Letras" es en este caso quien suscribe el texto, la frase. Aunque googleando la frase, llego hasta el twitter de Pablo Krantz, un músico y escritor argentino. Y luego pienso, y deconstruyo su frase, porque algo me hace ruido. Él, o la frase, hablan de perder su tiempo con alguien al que no le interesa la verdad, o la realidad; entonces, cuál es necesariamente la verdad o la realidad?, es la que plantea Pablo Krantz?. En parte tiene razón, porque él, como todos, tiene su propia verdad y su propia realidad, que no siempre es la realidad de todos. Todos somos iguales, pero no vivimos de la misma forma, ni vemos las cosas de la misma forma. Luego pasamos a la figura del fanático. Coincidimos en el fundamentalismo del fanático, más aún si es un enfervorizado; pero tiene cierto parentezco con la imposibilidad de no ver otra verdad, u otra realidad. Ya se que Pablo o cualquiera que haya compartido saldrá a defender su punto de vista; y es porque creerán tal vez que los estoy atacando. Yo intuyo que desde el momento en que se construye la frase, se está partiendo desde un suceso, un hecho en especial, es decir, desde la experiencia. Y tal vez, esa experiencia reverbere en otras experiencias, tal vez por eso escribe y lo lanza a la red. Pero uno lo ve así; y lo ve compartido por otros usuarios, y otros; y en diferentes redes, y me asusto de pensar que hay un grupo indeterminado de personas que se suman a esa verdad tácita que está allí, latente; con cierta halo de soberbia tal vez; la seguridad de pensarse en el lado correcto; básicamente, estableciendo un lado, un equipo.

También se puede pensar en toda la buena fe con la que puede haber sido escrita esta frase. Yo creo que uno de los problemas que tenemos quienes vivimos en la era de la computación, es la falta de deconstrucción; ligado estrechamente no sólo a la falta de lectura; sino a la lectura estrecha, de frases. Que se asocian a ideas u otras experiencias propias y generan sensaciones y pensamientos a partir de un grupo pequeño de oraciones. Uno recuerda estas frases, y las aplica luego en la experiencia tal vez; como si nos hiciéramos de un manual —por si acaso— en alguna situación. Y si esta frase condenase a quien exima sus ideas de forma fervorosa pero no fuera un fanático?. Y en tal caso, dónde está el límite donde sabemos a ciencia cierta: usted es un fanático. Usted no. Cómo nos medimos para medir al otro?. A través de una verdad?, de una realidad?, que vemos y entendemos como única?.

Es delicado el tema. En lo personal, me ha tocado discutir con gente que no piensa lo mismo que yo, y que por lo tanto cree y afirma estoy equivocado, y no han querido perder (más de) su tiempo conmigo. Yo siempre me quedo preguntando: ¿por qué?. Por qué una discusión es una batalla dialéctica?, y no una posibilidad de encontrar puntos en común; que seguramente encontraremos, en la medida que razonemos y tengamos en cuenta que si se trata de batallar sólo para ganar es, tal vez, esa sí un pérdida de tiempo; pero si no nos vamos a escuchar, perdemos todos. Si creemos estar noblemente por encima del fanatismo, yo no creo que perdamos el tiempo discutiendo con un fanático al que (yo no se) si sólo le importa la victoria de su fanatismo; yo creo que sirve intentar dejar demostrado por qué pensamos distinto......., dejar de lado la futbolización del pensamiento.

domingo, 27 de septiembre de 2015

A la Orilla del Sendero

"..(...)...árboles caídos
quedaron a la orilla del sendero.
El leñador los olvidó, y conversan,
apretados de amor, como ciegos.
El sol de ocaso pone
su sangre viva en los hendidos leños
¡y se llevan los vientos la fragancia
de su costado abierto!


Uno, torcido, tiende
su brazo inmenso y de follaje trémulo
hacia otro, y sus heridas
como dos ojos son, llenos de ruego.
El leñador los olvidó. La noche
vendrá. Estaré con ellos.
Recibiré en mi corazón sus mansas
resinas. Me serán como de fuego.
¡Y mudos y ceñidos,
nos halle el día en un montón de duelo!"

Gabriela Mistral

sábado, 26 de septiembre de 2015

Inconclusa


El comienzo de la letra de una canción , 
que vaya uno a saber si terminaré algún día:



Con las tan breves como eternas intensidades de los atardeceres
se conjugan los cuerpos a tientas
tan ávidos de desvelo como de ruegos de descanso
éxtasis de invisibles incandescencias
dulces pulsiones que se acompasan
en una pausa que dura todos los tiempos.

Un paisaje extenso la rugosidad del aliento
donde atestiguo desvanecerse
la cotidianeidad y su pesada coraza de inútil lamento.



...continuará?....


Egon Schiele

Prohombres Digitales

En esta era de la sociabilización informática, con la falsa compasión midiéndose a través del número de likes en Facebook (u otras redes sociales) la inanición puede llegar a niveles desorbitantes, incluso desde lo personal. Las horas o los minutos que alguien puede pasar frente a la computadora, compartiendo la imagen de una niña desaparecida, de un perro vagabundo, de un niño enfermo de cáncer quizás, son horas y minutos que sosiegan la conciencia, la más mínima conciencia de los males que aquejan a la humanidad desde tiempos remotos ya. Sucede lo mismo con la condena social. La soledad, la introspección que la tecnología nos da; nos permite librarnos de muchos aspectos que nos condicionan inteligente y saludablemente a la hora de hacer libre un pensamiento, de expresarlo de forma escrita a través de una red social. Hay patrones de comportamiento que son alterados por la ausencia de aquellos a quienes les estamos expresando nuestro pensamiento. No podemos medir ni hacer estadísticas ni elaborar teoría alguna acerca de la valentía o sinceridad de esas expresiones en el caso de que un tema en cuestión estuviese siendo tratado, por ejemplo, en una reunión social; pero coincidirán conmigo tal vez, que nuestro comportamiento a la hora de decir lo que queremos o querramos decir, será de otra manera. Porque la interacción con otros nos produce cambios y efectos en nuestro organismo; y física, moral y espiritualmente; nos expresaremos de otra manera. 

O no. He allí que digo que no podemos elaborar teorías de sinceridad y atrevimiento; constatación alguna de que quien se expresa de X manera a través de la palabra escrita desde una plataforma de red social, sea la misma persona que deba demandar a su interior una compostura, un tono de voz que se adecue a su forma de pensar, una postura corporal que acentúe su idea; todo lo que significa en definitiva, hablar, discutir. Pero esta soledad, esta misma soledad que late mientras escribo frente a la pantalla de mi computadora nos juega y nos jugará una mala pasada a toda esta generación y las generaciones venideras. Patrones de pensamiento serán estudiados tal vez por antropólogos o locos más allá en el tiempo vivientes. Sin la discusión fluida, sin la atención del otro; las palabras escritas siempre tienen un mayor peso para quien las diga, tienen el valor agregado de, valga la redundancia, la palabra escrita. 

Paradójico. Esta soledad nos vuelve más intolerantes, acerca de todo; peligrosamente el yo se hace cada vez más grande, el ego es el dios y el demonio en cada uno de los hombros, hermanados en la causa común de la razón, propia y absoluta. Que incluso amenaza con no tener fin allí, que sea insuficiente, que surja la necesidad! no sólo de imponer un punto de vista; sino de acabar con el de otros (y tal vez todos los) puntos de vista que sean expuestos de manera respetuosa y justa. Y no será sólo la intolerancia aquella que es inherente a un estado espiritual del pensamiento; sino a la nefasta incapacidad de escuchar al otro. No sólo nos vamos volviendo ciegos, nos vamos volviendo sordos. Si no vemos todo el cuadro, si no escuchamos todas las voces, nuestro ejercicio del pensamiento se verticaliza, se monopoliza en escasas y vagas ideas del todo. Y la emisión de un juicio, será como la de un obrador a quien no le han sido suministradas todas las herramientas necesarias para una construcción cualquiera sea; pero sí toda la confianza de realizar finalmente un trabajo brillante. 

Son tiempos donde el yo, está en éxtasis, intoxicado; sumido a una masturbación continua de su ensalzamiento. La tecnología nos da ese atributo sexual, nos seduce con artefactos y formas que nosotros mismos construimos y perfeccionamos a ritmos exuberantes. Conectándonos tecnológicamente con el otro, nos desconectamos humanamente de ese mismo otro. Y mientras más nos deshumanizamos, los juicios, los pensamientos, las ideas tendrán un parámetro cada vez más pobre....



viernes, 25 de septiembre de 2015

Tus Fotos son una Mierda

Tus fotografías son una mierda. Te dices que te encantan, pero son una mierda y lo sabes. Todo el mundo lo sabe, pero nadie tiene el valor de decir lo que piensa. Te adornan y disimulan con palabras, como todo. Ocultan su incomodidad respecto de muchas de tus fotos; volcándolas hacia la indiferencia, descartándolas de forma tácita, silenciosa.....condenándolas. Ellos lo saben y tu lo sabes, esas fotos no sirven, y tu mirada no dice nada. Y ellos tampoco. Pero y si....dijeran algo?. Cambiaría?. Tal vez. Tal vez no. Pero serían más auténticos. Hay pensamientos que se vuelven palpables en el aire, incluso si ni siquiera estás viendo a la persona. Porque tu sabes que tus fotos son una mierda. Y si lo sabes, por qué las muestras?. Por esa cuota de lástima que te tendrán?, porque se apiadarán de la escasez de tu mirada?. Nadie pasa a visitarlas, al lado, al otro lado, arriba, abajo...hay otras fotos, de otros fotógrafos...y ellos tienen más visitas, más estrellitas, más corazones, más pulgares hacia arriba. Y comparas, y te das cuenta que nunca llegarás a esas fotos. Por qué no llegaré a esas fotos?, qué estaré haciendo mal?....no basta con el ímpetu, con las ganas; eres limitado, sabes que no puedes dar más de lo que tienes te dices—. Para qué existen esas estrellitas, esos corazones, esos pulgares hacia arriba....?...son una vara que...qué mide?, o para qué....mide?. Tal vez, si alguien tuviera el valor de decirme que no le gustan mis fotos, y luego contarme por qué es que no le gustan....podría yo ver algo que no estaba viendo, y eso me podría llevar a ver de otra manera.....todo. Pero...estoy preparado para la honestidad brutal?, alguien acaso lo está?. Somos todos tan vulnerables con respecto a la fotografía. Sólo con respecto a la fotografía?, qué dice de nosotros que no soportemos que a alguien no le gusten nuestras fotos?. Le echamos una culpa?, nos hacemos los desentendidos dando a entender que ellos no entienden mis fotos?. Aflora la soberbia?. La fotografía es la soledad absoluta, todo sucede dentro; pero nadie habla de fotografía, todos hablan de las fotos. Y qué sería hablar de fotografía?, pues hablar de nosotros, porque somos lo que vemos, y cómo lo vemos. Pero desnudaríamos nuestros egos, y la desnudez de los egos de los fotógrafos es una pornografía indigerible. Hablar de las fotos podría ser como hablar de cómo vamos vestidos, y no de por qué se nos antoja vestirnos así. Tal vez el error sea simplemente hablar, porque, en última instancia, el lenguaje de la fotografía, es silencioso, es mudo, prescinde de las palabras. Pero aún así, las palabras vienen a trazar una frontera, un antes, y un después. Y es en esa frontera donde paradójicamente perdemos el límite, la brújula. Cuándo son una mierda mis fotos si veo que otras fotos también lo son y tampoco digo nada?. No estamos hechos para esto, sin duda. No sabemos expresar lo que nos duele, lo que nos hace ruido, lo que nos disgusta, lo que nos incomoda, lo que no nos cierra. Es mejor evitarlo y concentrarse en una sola foto, que está buenísima! —y el resto?, —no, el resto no, el resto es una mierda, tiralas; que sos un capo igual.

 


viernes, 4 de septiembre de 2015

—Te dije.....

Mi padre falleció hace poco más de un año ya. Algunos largos meses después, mi hermana mayor realizaba algunas tareas en el patio-jardín, de la misma manera que lo hacía mi padre en vida. Yo vivo en el mismo terreno, el patio-jardín, es un poco de todos. Una tarde, ella me para y me habla bajito:

—mirá, hay un pájaro ahí que hace rato que anda por acá y me mira. Yo pienso que es Papá, que está contento porque estoy cuidando su jardín.

El pájaro: un diucón. Yo me quedo un rato observándolo. Volaba de un árbol a otro; y volvía. De veras parecía curioso de lo que pasaba allí. Y observaba. Todos estábamos muy tristes por la partida de mi Padre, cada uno sobre llevándolo de la mejor manera posible, no a todos nos pega igual la muerte de un ser tan querido. Mi hermana seguía trabajando la tierra, dándome a entender que llevaba ya rato con el diucón allí, como habituada. Le habló. Y yo también le hablé. Tragué saliva y seguí, iba de salida.

Algún tiempo después, una mañana en el trabajo, estaba yo realizando una de las tareas que se me asigna, solo, en una suerte de instalación que tiene dos puertas muy grandes, el lugar es amplio y alto. Estoy de espaldas a la(s) puerta(s), cuando de pronto siento que me golpean la cabeza; no es un golpe con fuerza; es como cuando alguien desliza su mano por el cabello, con una fuerza medida, como despeinándote, pero como un golpe. Me doy vuelta rápidamente, esperando encontrar a alguno de mis compañeros que por alguna razón hubiera entrado y me haya jugado la broma. Pero no. No veo a nadie, e inmediatamente escucho un sonido como de un aleteo. El sonido lleva a levantar mi mirada; y arriba, en las luces que colgaban del techo: un diucón, batiendo sus alas, observándome. Recobrado apenas del susto, reconozco entonces el golpe de su cuerpo y sus patas y sus alas sobre mi cabeza.Y recuerdo las palabras de mi hermana:

—........Yo pienso que es Papá....

Lejos de creer que mi hermana estaba loca, o deprimida; sus palabras reverberaron fuertemente en mí desde entonces. No sólo le creí, si no que asumí que dicho pájaro, era mi Viejo. Por lo que, esa mañana en el trabajo, con un diucón que se había metido dentro de una instalación donde nada tiene que hacer un pájaro, lo único que atiné a decirle fue que me había hecho pegar un susto del carajo. Luego le pregunté cómo andaba y algo más. El diucón seguía aleteando y observándome fijo, y en poco segundos voló otra vez haca mí y luego encontró su camino hacia la puerta. Estuve algunos días solo, con lo que me había ocurrido, no se lo conté a nadie; como si fuera un secreto entre él y yo. Pero luego, necesité contarlo. Mi mujer me instó obviamente a que se lo contara inmediatamente a mi hermana. Como ya era tarde, y no sabía cuando la vería a ella y al resto de mis herman@s en los días subsiguientes.....escribí todo el suceso en un mensaje de whatsapp, para todos en el grupo de mi familia. Al ratito, las respuestas. Algunas lloraban, decían. Otros, tragando saliva a borbotones. Todos emocionados. 

—Viste, decía mi hermana, te dije que era Papá.

El diucón es un ave que, donde yo trabajo, anda mucho. Y siempre cerca. Hay muchos árboles donde yo trabajo. Y está a toda hora. A la mañana, lo veo. A la tarde, lo veo. Suele posarse en las ramas de los árboles mientras salgo de la oficina y doy un pequeño recorrido que debo dar cada cierta hora. Va y viene. Cada tanto, canta. Su canto es como apagado, con leves suspiros que repercuten como en un suerte de silbido, que se repite en diferentes intensidades. He dejado de verlo como un pájaro, como un ave, como un diucón. Yo no se, como todos, o como nadie; qué pasa cuando nos morimos. Todos debemos afrontar la muerte alguna vez (la de un ser amado); y hasta que sucede, por más preparado que uno crea estar, el momento escinde de alguna u otra forma la manera de ver y vivir la vida.

A mí, me gusta la poesía de sentir que "eso" que es lo que queda de las personas que se van se puede manifestar no sólo como a uno se le antoje o pueda, sino como aquí, y a mí, a través de un hecho que es totalmente ajeno a mi forma de llevar su ausencia; un hecho (o dos) que se presentó ante mi vida. Y a pesar de haber buscado entre todos los vericuetos de la razón, de forma instintiva........el ave, el pájaro, el diucón, mi Viejo.....siempre anda por allí. Es por eso que cada vez que puedo.....lo fotografío......:



Y por casa, sigue andando por allí.......siempre,.....cerca,......libre.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Gracias, internet

Un ex cuñado que trabaja en la instalación de cañería y artefactos de gas y agua para grandes edificios. Un primo que vive a dos cuadras que trabaja de lo mismo, pero en casas de familia. Un suegro que trabaja en una empresa donde construyen satélites. Un hermano que desarrolla tareas de mantenimiento de hidráulica, que se da maña para todo. Yo, que me considero un inútil (casi) total; y una canilla de monocomando que gotea.

Les pregunté uno por uno, como tantas otras veces me han: o sacado de un apuro con algún interrogante o directamente, ayudado con toda su amable disposición; si sabían cómo repararla, y ninguno había alguna vez tenido el problema que se me presentaba a mí en ese momento. Por cuestiones de trabajo, de falta de disponibilidad de tiempo, sumado claro, al desconocimiento de la solución del asunto; yo tampoco pude intentar siquiera dilucidar cómo resolver mi problema. Siempre de aquí para allá y la gotera que dentro de todo, no molestaba demasiado tampoco. Sabíao al menos siempre tengo la impresión de que una situación así me iba a llevar tiempo, por la falta de fe sobre todo, pero también por la ignorancia en el tema. Y podría agregar, por el recelo, ya que además de la inutilidad, también poseo la facultad de romper cosas cuando las intento arreglar.

Mientras todo esto, un poco angustiado de antemano, y viendo que la canilla de monocomando no parecía tener piezas de desajustes visibles para su mantenimiento, temiendo la posibilidad de tener que comprar otro (suelo llegar a esos límites), en medio de todo, se me ocurre sentarme en la computadora. Primero investigo qué modelo de canilla de monocomando es el que poseo. Luego busco un detalle de la pieza, un diagrama de despiece, en realidad; pero no me deja conforme. Y esbozo algún que otro epíteto mientras me rasco la cabeza sin que me pique. Vuelvo a mirar la canilla, la miro con la intención de que mágicamente llegue la solución a mi cabeza, que de pronto me pica en serio y me vuelvo a rascar. Y a soltar otro epíteto. Pero nada.

Hasta que me acuerdo de YouTube. Y pongo en el buscador "mantenimiento de monocomando". El primer video me clarifica un poco las cosas, resulta que el indicador rojiazul de caliente/fría se sale, es como un tapón. El segundo video reconstruye todo el proceso de la reparación de un gotera de monocomando. Lo miro dos veces, por las dudas (el tipo adjunta un comentario en el video donde aduce que la razón de realizar el mismo, es porque tampoco encontraba mucha información al respecto). Entonces de pronto me siento aliviado, si bien ahora debo poner manos a la obra, con el peligro que ello representa. Solventada la dificultad de que no tenía la herramienta necesaria para realizar el trabajo primero, y la escapada hasta la tienda de respuestos donde doy cuenta de que no me sale para nada barato (aunque podría haberme salido muchísimo más si hubiera tenido que comprar una canilla nueva) después; y con el pecho inflado por otro logro conseguido como hombre de la casa, me puse a pensar (volviendo al verdadero yo) en cómo internet nos cambió la vida; no sólo a los tipos que resultan un tanto inútiles, sino a todos, y en tantos sentidos, che, quelosparió.