miércoles, 26 de agosto de 2015

El Amigo Invisible

Anoche me fumé Unfriended (me gustó este póster):

 

Una película que intenta desarrollar su trama a través de una dinámica visual bastante poco habitual, hasta arriesgada. Y digo poco habitual porque, paradójicamente, tiene que ver con la época, nuestra época y la manera de socializar cotidianamente que tenemos mediante el uso de la teconología; en este caso en particular de la película, a través de la computadora y las videollamadas por Skype. Debo confesar que este pequeño detalle fue el gancho que me atrajo a la película, y justamente, lo que uno ve durante la casi hora y media que dura el film, son pantallas; las pantallas de los 6 jóvenes protagonistas, llevando a cabo una conversación a través del citado programa.


Todo transcurre a través de la pantalla de una computadora, donde usted puede ver como si fuera la suya propia, y que en realidad es la de una joven muy bonita, como si fuera uno más agregado a la conversación, digamos; usted y alguien más. Ese alguien más es un desconocido que se suma a dicha conversación, pero atormentando a los jóvenes con ardides tecnológicos y psicológicos, sobre todo. Le contarán la historia de manera tal de que usted, sepa quién es ese alguien más, no se preocupe, y si no, mire el tráiler cuando termine de leer.

La película intenta ir creando la tensión lentamente, pero lo arriesgado de la realización, el mismo aspecto visual choca, se estrella contra ese intento. Si bien considero que tiene un buen ritmo, me ha dejado un sabor amargo; tal vez porque no se ha visto un film con este tipo de realización, y eso deja la puerta abierta para indagar en otras posibles ideas, que podrían haber hecho esto así, esto asá, viste que como de la misma forma que somos DT cuando miramos fútbol, somos todos directores cuando vemos pelís. (Otro sabor amargo que me dejó fue envidiarles la velocidad de sus computadoras, vuelan!). Si bien todos sabemos que en este tipo de género sucede lo que sucede cuando alguien con claras intenciones de tormento acecha a un grupo de jóvenes indefensos, la película se deja ver por el atractivo visual, por la novedad que representa. Luego de ello, dependerá del gusto de cada uno por este tipo de género.

Les dejo al tráiler, donde podrán enterarse un poco más de la trama:

miércoles, 12 de agosto de 2015

En otra (y en la misma) Frecuencia

Tenía guardados en una carpeta varios torrents con algunos títulos de películas para cargarlos y bajar alguna. No recordaba de cuando los tenía, y mucho menos de qué se trataban las películas en cuestión. El título que más me llamó la atención fue Frequencies. La googleé, entré a dos páginas, leí de una de ellas una sinopsis de 4/5 líneas; recordé de qué se trataba más o menos, y sin dudarlo ni terminar de leer, la puse a descargar.

Es una película australiana del año 2014 (aunque el acento de algunos de sus protagonistas es sobradamente inglés, viste que parecen que se atragantan cuando hablan a veces) y lo poco que había leído decía que: era una historia de amor científica-filosófica. Es intrigante desde el principio, uno ya intuye que no es una película.......común. La atmósfera se enrarece de entrada, haciendo que uno se sienta realmente cómodo, jeje —quiero decir, adoro este tipo de películas— y que mentalmente se ponga a trabajar fuerte, porque si no, puede que te quedes atrás. Hay una suerte de guiño tácito: presta atención, presta mucha atención, atiende los detalles, escucha (lee, en mi caso, mi inglés es todavía pobre, no puedo prescindir de los subtítulos) porque no te lo van a contar dos veces. O tal vez sí, como sea, presta atención.

La atmósfera también tiene que ver con la luz y el color de la película, es una atmósfera un tanto fría visualmente; es un gesto que se desarrolla luego. Me gustan y adoro inmediatamente los nombres de los protagonistas, ella se llama Marie-Curie Fortune y él Isaac-Newton Midgeley, pero le dicen Zak. Algo sucede entre ellos dos, huelga decirlo, allí al principio y durante todo el resto de la película. La trama se sostiene perfectamente, el hilo conductor (¿o son varios?) la une holgadamente desde principio a fin. Si bien se añaden otros personajes a la historia central, sobre ellos dos se escribe la historia; que toca varios temas en particular, todos llevados a planos —como bien decía la brevísima sinopsis— científicos, y filosóficos. Y otros más que ustedes darán cuenta. Una película muy seria, sin ser nerd. Que indaga, busca, revuelve, inquieta. Y no sólo en el amor. Uno debe descifrar algunos detalles tal vez. Por eso aquello que dije del guiño tácito.

Creo que recién llegado al final de la cinta, uno siente que debe rebobinar(la) y pasar en limpio un poco todo lo que ha experimentado durante la misma. Mucho depende de cómo la hayan visto, cuanta atención hayan prestado, hacia dónde se le han volado los pajáros mientras observaba y leía la película. Para mí, los actores están muy sobrios, me gustan sus personajes. Creo finalmente que resulta bastante difícil ser indiferente a la película en sí. A no ser que a usted le guste toda esa berreteada millonaria de Marvel y demás payasadas. (Perdón por el exabrupto, si a usted le gustan, está todo bien, no se me enoje); pero entonces; sabrá que esta película: no es para usted, usted está......en otra frecuencia.



Para tentarlos, les dejo el tráiler:




Y si gustan, y les gusta (y sino también, por qué no?).....me cuentan que tal.

sábado, 8 de agosto de 2015

Notas acerca de la Fotografía IVX - Horizontes Claros, Horizontes Torcidos

Se me vino a la mente una frase de Michael Freeman que leí hace un tiempo, ahora mientras subía una foto a mi cuenta personal de Flickr: "el fotógrafo debería hacer un juicio crítico, no técnico". La foto en cuestión es la siguiente:


Ya lo había citado antes a Freeman, y había agregado al respecto (de otra foto): dicen que el horizonte siempre tiene que estar recto para que una fotografía sea correcta, pero si vos decidís que tu fotografía será mejor con el horizonte torcido, adelante nomás.
 
De tanto en tanto uno suele ver en diferentes webs o grupos o comunidades (de fotografía) diferentes tipos de fotos donde el horizonte, está inclinado hacia alguno de los lados. El horizonte inclinado creo, puede ser tema de debate crónico; cada uno tendrá su propia cosmovisión al respecto; pero como mencioné en la entrada anterior existe para mí algo que es inherente a todos lo que practican la fotografía: el pensamiento fotográfico, el cual es ineludible. Uno va adquieriendo a lo largo del tiempo pequeños conocimientos acerca de la fotografía, que tienen que ver por ejemplo, con la composición, la regla de los tercios y otras menduncias que todos nos sabemos. 
 
El horizonte torcido es una de ellas. Y cuando uno ve una fotografía así, es inevitable no verlo, no pensarlo, y no sentir algo respecto. El horizonte torcido, en tanto y en cuanto sea visible dentro de la composición de una imagen, se pone de manifiesto de manera forzosa casi. Por esto motivo resulta importante, y en última instancia enriquecedor llevar esta cuestión hacia el carácter compositivo de la fotografía, de manera consciente, intencional. Adquirir la idea del horizonte torcido de la misma manera en que se adquieren las citadas menudencias y transformarla en verdadera herramienta de trabajo para la composición. Tenerla siempre en cuenta, aunque de manera tácita e inconsciente siempre la tengamos presente. La horizontalidad es un concepto que está tan arraigado al ser humano que es difícil escaparle. Una forma posible es inclinando el horizonte; no sólo jugando con la perspectiva, sino balancear el peso y el volumen de la imagen de manera tal que choque con la preconcepción de lo horizontal que todos tenemos.

En la fotografía que adjunto en esta entrada: lo que yo ví al componer la imagen fue  que un plano habitual, es decir, el árbol esgrimiendo toda su verticalidad en la soledad de esa determinada geografía, en este caso la estepa patagónica; era una imagen....demasiado plana (perpendicular) para mi gusto. Por ello es que empiezo a jugar con la perspectiva, dejo de ver al árbol como motivo principal de mi fotografia y me concentro en el fondo, en el resto, que es lo que no me cierra a la hora de componer. Descubro dos espacios y una línea que divide estos dos espacios en el cuadro; el cielo nublado y la luz plana hacen que la imaginación se dispare, el árbol, de pronto, vuelve a ser el sujeto, pero inserto entre estos dos espacios que son ahora  dos mundos imaginarios. Sujeto y fondo componen y funden la escena que estoy fotografiando. La copa del árbol: ahí tengo y descubro a su vez otra forma, que se relaciona directamente con todo el cuadro. La copa tiene una forma semicircular, que me da una idea de movimiento, de rotación; cuando doy cuenta de esto en la maquinación de la composición de una fotografía—un proceso que dura instantes, instantes que duran una eternidad — es que inclino casi instintivamente la imagen, como siguiendo el movimiento que me dicta la imaginación: mi imagen está rodando hacia la izquierda. Le añado peso  y volumen de forma equilibrada hacia los ángulos extremos, que además resultan ser los dos mundos diferentes (diferente color, diferente textura, diferente luz). Desbalanceando mi imagen siento que le doy equilibrio. Y al final, cuando la veo en la pantalla de la cámara, esbozo una sonrisa, me siento satisfecho visual (y espiritual)mente con todo lo que experimenté primero dentro de mi cabeza.

Una cosa es el horizonte torcido intencionado del autor, y otra es cuando dentro de la foto empiezas a jugar con algunas de las probablidades: que es probable que no se haya dado cuenta o que NO lo haya tenido justamente en cuenta. En cualquiera de los casos, desconocemos si está en conocimiento; pero lo alcanzamos a intuir. Es importante aprehender un concepto básico, porque sirve luego para deconstruirlo, desarticularlo y re-utlizarlo en beneficio propio, en este caso, de la composición no de una fotografía, sino de nuestra mirada misma. 
 
Y en el caso de Freeman, como así también lo que tratábamos en la entrada anterior; si presentas fotografías en webs, grupos y/o comunidades y estás tal vez interesado en saber qué piensa el resto, si te expones de esa manera; y esperas una crítica o una opinión al respecto, que esa crítica u opinión al respecto sean fundadas desde la intencionalidad de tu propia imagen. Luego, de gustos, la charla es infinita. Y no podemos gustarle a todos, yo desconfío de aquellos lugares donde nadie tiene la osadía de señalar algo con lo que no está de acuerdo, siguiendo el instinto de su propia mirada. Se trata de intercambiar cómo vemos lo que vemos, y no de generar un culto a la imagen.