sábado, 16 de mayo de 2015

Con Ojos Grandes

Por lo general, y salvo contadas excepciones, trato de no enterarme mucho acerca de una película que ha despertado en mí deseos de verla —tal vez el tráiler, y nada más Y a veces, ni eso. Me gusta ir descubriendo la trama a medida que va sucediendo. Me gusta sentirme sorprendido, ir hilando las escenas y los diálogos y pergeñando el argumento. Así ha sucedido con Big Eyes; una curiosa e interesante (como insólita) historia, contada cinematográficamente. No hay actores rutilantes ni efectos estrambóticos. Hay la capacidad actoral de sus protagonistas, y el propio desarrollo de la historia hasta su punto culminante. Recuerdo que me llamó mucho la atención el póster de la película:


La simple alusión a la pintura, fue suficiente para mí. Luego, sin el pálido prejucio y sin ningún tipo de expectativa, sólo me dediqué a disfrutar de la película (mi idea de ver cine es como lanzarse al vacío: ver, descubrir, sentir, no programar ninguno de estos tres verbos). Desconocía todo: director, actores, argumento, etc; es decir, sólo vi el cuadro de la niña con los ojos grandes. Hasta el nombre del director lo descubrí recién al final de la película. En fin, un festival de redundancias mi escritura de hoy. 

Ella está encantadora. Él, con un histrionismo que le he visto en otro film, mantiene así en buen ritmo a toda la película. No les puedo contar nada más. Si se la encuentran por allí, véanla con confianza, es entretenida.

En fin.

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