martes, 17 de marzo de 2015

Notas acerca de la Fotografía I - Historia Visual


Hay días en que pienso en que todos hemos de tener una historia que es pura y específicamente visual en nuestra memoria —una memoria que funciona y ha funcionado además de manera fotográfica— y que tiene que ver con todo lo que en el transcurso de lo que va de nuestras vidas hemos visto y/o aprendido. Desde los dibujos en nuestros primeros años de edad, el estudio de las primeras formas matemáticas, los cálculos de las superficies geométricas, pasando por todo el recorrido del estudio de la lengua: la poesía, el cuento, la lectura en general; hasta (y) por todo aquello a lo que emocional y culturalmente nos hemos sentido atraídos de manera alguna, alguna mágica vez. A ese compendio de imágenes, intraducible por lo humanamente inabarcable, lo considero yo una pieza clave y fundamental a la hora de producir creativamente una o la fotografía. No es un documento al que podamos acceder de manera práctica y funcional, claro está, es la historia visual de la historia total, constante e instantánea —además— de nuestra vida, es lo que nos hace únicos como fotógrafos: no en el eventual y banal sentido narcisista de la expresión, sino en la particularidad de cada mirada y lo que ello como expresión en el lenguaje de la fotografía sugiere. Nos orientará también de manera personal como espectadores, como observadores de la fotografía, partícipes del lenguaje.


La forma, por ejemplo, asociada con el volumen. Yo recuerdo todo, asociado, matemática y geométricamente, al equilibrio. El ejercicio de las matemáticas y la geometría tenía y siempre tuvo que ver con el equilibrio, con el sentido intrapersonal del equilibrio. Siempre fui muy malo para las matemáticas y la geometría, pero aún tempranamente (nunca es tarde para aprender) con los años dí cuenta de la importante cuestión del equilibrio: tenía que ver más con una sensación, que con recordar exactamente razonamientos y/o ecuaciones. El uso de las formas en la composición de la fotografía es para mí, trascendental para lograr una armonía que está estrechamente ligada con esa sensación de equilibrio de la que hablaba recién. El equilibrio de una imagen es, a su vez, una sensación que es diferente para cada fotógrafo: todos, de la misma manera en que cada mirada es única; sienten este equilibrio de manera única y personal. Todos alguna vez (tal vez) hemos hecho equilibrio físicamente. Físicamente el fotógrafo debería sentir ese equilibrio a la hora de componer, con toda su historia personal visual manifestándose en el preciso instante en que a través del visor decide de qué manera construir el cuadro, la fotografía que constituye en ese momento su mente toda.
Por esta razón, siempre he considerado importante la sana costumbre del ejercicio del (eterno) aprendizaje, la visualización e investigación de otros trabajos fotográficos, y de otros trabajos que no tengan que ver estrictamente con lo fotográfico también, porque todo aquello relacionado con la creatividad y la expresión a través de lo visual siempre ha de ser enriquecedor para quien se expresa a través del lenguaje de la imagen. Un fotógrafo haría bien en alimentar su mirada con la mirada y la creatividad de otros, seguir sumando instantaneidad a su historia visual.

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