miércoles, 25 de febrero de 2015

Sadismo



Una mujer junto a su marido se tiran en paracaídas. En los primeros minutos, están muy cerca, y mediante un breve e improvisado sistema de señas, corroboran que todo está en orden; entonces el marido se aleja para abrir su paracaídas a una distancia considerable, para no enredarse con el paracaídas de ella. La pierde de vista en la maniobra y cuando la vuelve a ver, observa aterrorizado cómo ella gira sobre su eje peligrosamente. Se desespera, le grita que active los frenos, la mujer le grita que no funcionan. Desconozco si se escuchan, pero se que se gritan, instintivamente. Siguen cayendo, ella girando en espiral. El marido entonces, con toda su angustiosa impotencia se hace la siguiente pregunta: —por qué Dios le está haciendo esto?—.


La mujer sigue cayendo, el suelo está cada vez más cerca. Al girar con tanta fuerza y con tanta velocidad,  se cortan las sujeciones del paracaídas y lo pierde. Activa el paracaídas de respuesto, pero tiene un par de cuerdas enredadas y no pude desplegarse en su totalidad. El marido intenta acercarse a ella, sabiendo que aún cuando la alcance, sus paracaídas podrían enredarse con el de ella, y todo podría ser tal vez peor. O no, pero de todos modos, no lo hace. Observa la superficie del suelo, con las últimas esperanzas; calcula las (pocas) posibilidades de supervivencia. Entonces dice: —Dios, sálvala!. 


La mujer finalmente cae en una zona residencial, evitando el pavimento de un estacionamiento cercano que el marido había podido dar cuenta antes. Se rompe toda literalmente, pero está viva. Ya en el hospital, desesperado e intentando mantener el juicio, espera lo peor, obviamente. Y tras varias horas, un doctor sale y le anuncia: no sólo que no ha muerto, sino que en los exámenes de sangre, dió como resultado que está embarazada de 2 semanas. No lo puede creer. 

  Luego de varios meses e innumerables operaciones, la mujer —cuya reconstrucción del rostro, fracturado casi en su totalidad, estiman en 250.000 dólares; sin contar la pelvis fracturada en tres partes, más su piernas, más otras fracturas— está recuperada totalmente; con su pequeña hija, en perfecto estado de salud también. 
 


Y yo me quedo pensando, preguntándome por qué pensó él que Dios le estaba haciendo eso a su mujer?. E instantes después, a ese mismo Dios, le pide que la salve?. Pienso que la fe funciona de maneras muy extrañas en los seres humanos. Porque si ese Dios primero le hace eso a su mujer, y luego la salva, para mí ese Dios, es un tanto sádico.

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